Todos los viajes se inician por una decisión, a veces personal, otras veces por otras personas. Lo que está claro es que no tenemos ni idea qué es lo que vamos a encontrarnos en el trayecto o si vamos a llegar a nuestro destino. Sin embargo, nos gusta disfrutar de cada momento.
Esto es la vida. Nacemos, sin decidirlo, y no tenemos ni idea que es lo que nos va a ocurrir o hasta dónde vamos a llegar. Lo importante es que durante el camino vayamos haciéndonos conscientes de cómo queremos vivir a pesar de todo lo que nos ocurra.
No puedo decir que mi vida haya sido fácil, ni siquiera que lo esté siendo, pero he descubierto que siempre aparecen recursos que lanzan y animan a seguir a la siguiente etapa. Quizás lo más difícil que he superado hasta ahora, fue la etapa de mi vida en la que tuve varios abortos y luego cáncer, con su recaída incluida, experiencias que me han llevado a conocer personas maravillosas y que me han ayudado a creer más en mí.
Hoy doy gracias al viaje de la vida, porque siempre trata de llevarme no por los caminos que quiero, sino por los que necesito para convertirme en una mejor persona y por ende más feliz. Así que, aún en el dolor, demos gracias, porque puede ser que detrás del haya mucho crecimiento.